Historia y Orígenes

BÉDAR MORISCA


Su historia se remonta a la Edad Media, cuando la Tierra de Vera era musulmana. En la "Almería Musulmana" el padre Tapia Garrido, nos dice que según los cronistas de la Reconquista y de la guerra de los moriscos y algunos documentos de principios de la Reconquista de principios del siglo XVI, Bédar, Serena y Bedarin pertenecían a la Tierra de Vera.
Después de la Reconquista y a partir de 1575, Serena que era municipio independiente de Bédar, se unió a éste.


El pasado musulmán está presente en Bédar, con sus callejuelas retorcidas y angulosas. Su vega dispuesta en terrazas escalonadas alrededor de fuentes y balsas, dan cuentas de su pasado. Sus gentes aún hablan del tesoro y leyendas de los moros, como constata el llamado " Castillico de los Moros" en el pago denominado Balsa Alta.

En el libro de Apeo y Población elaborado en 1575 para posterior repoblación, Bédar y Serena constan como lugares, donde vivían 216 moriscos en cada uno de ellos.

En 1505 fue construida la parroquia de Bédar junto con Serena, que comenzó a utilizar como centro para el culto la antigua mezquita, hasta que el obispo don Antonio Carrionero (1558-1570) mandó a construir la iglesia actual, que consta de tres naves, la central cubierta por una armadura a la que se adhirió una bóveda de yeso cuando se restauró en 1682.
Sobre la puerta de la Iglesia aparece el escudo del obispo.
Desde su independencia de la parroquia de Antas en 1682, tiene como titular a Santa María de la Cabeza y como patrón a San Gregorio.

Después de la repoblación de Bédar a finales del siglo XVI con 27 habitantes provenientes de Mojácar y Vera, el pueblo sigue la dinámica ascendiente durante los siglos XVI y XVII.
Cuando se realiza en abril el Censo del Marqués de la Ensenada, constaba de 134 casas y 599 habitantes.



BÉDAR MINERA

Las explotaciones de minas se remontan a la época árabe desde 1525, aunque su mayor apoyo comienza en 1888, estando ya en manos cristianas. Tras varios paréntesis, coincidiendo con las Guerras Mundiales, cierran en 1970 definitivamente, dejándonos un importante legado arqueológico industrial.

La minería, empieza por ser una estrategia política, en 1525, para implantar la fe cristiana en los territorios ocupados por los Musulmanes, en las proximidades de Serena.

En 1569, todavía se encontraban en explotación y se aprecia la existencia de 115 minas en Bédar en 1846 (la mayoría de ellas de hierro).

Cuando se produce la apropiación de la Sociedad Martinete, perteneciente a la órbita de los Orozco, en 1858, que empieza una explotación a mayor escala.
La falta de transporte adecuado para el mineral venció el intento de explotación.
A su vez, la Compañía de Águilas, también fracasaba con su lavadero de plomo en el Pinar, es por lo cual decidió arrendarle las minas a la Sociedad Martinete y así instalar el cable aéreo más largo de España y segundo de Europa, en aquella época, que iba desde Serena a Garrucha.

Un propietario de algunas de las minas de Bédar era Clifton Perket, Vicecónsul inglés, en Garrucha que decidió cederle al industrial Vizcaíno, Víctor Chávarri y Salazar, un paquete de minas a cambio de construir un ferrocarril.
Se crea entonces, las sociedades de Minas Chávarri, Lecocq y Cia y Sociedad Vizcaína de Bédar, con capital inglés y vasco, con la construcción del ferrocarril y del Cable Aéreo.
Se incrementaron las pequeñas sociedades locales utilizando los transportes ya existentes como Ureña, Trinidad y la Garrucha Fron Mining Company Ltd.

Después de la 1ª Guerra Mundial, hay un parón en la actividad minera que retornará toda su fuerza en el año 1919, cuando se asocian a Sociedad Chávarri y Cia, con la Sociedad la Unión Bedareña.

En la década de los veinte, se paraliza de nuevo, hasta que en 1952, la empresa Hierros de Garrucha, vuelve abrir las minas hasta su cierre definitivo, en 1970.
Se puede acentuar que en el siglo XIX, la actividad minera del municipio de Bédar marco una etapa de prosperidad, siendo la tercera cuenca de hierro en importancia que tenga la provincia, detrás de Filabres.




BÉDAR HOY

Genuina mente montañés, este pueblo posee una de las mejores panorámicas del litoral y las sierras de la Comarca desde el mirador de la Plaza de San Gregorio, conocido también como “El Balcón del Levante”, lugar donde actualmente se encuentra el monumento de homenaje al minero.

Entrañable y abierto al mundo, Bédar mantiene en su entorno ese aire nativo que le confiere su origen musulmán, paseando por sus calles pendientes y estrechas adornadas con el blanco de sus casas y el colorido de sus geranios, el nombre de sus calles como Mar, Luna, Fuente, entre otras así nos lo demuestra.

Desde las calles de su parte alta y desde el mirador podemos contemplar el azul del Mediterráneo y las montañas que nos rodean, así como los pueblos de la llanura configuran un paisaje inigualable.
En la actualidad Bédar cuenta aproximadamente con 1000 habitantes, de los cuales en torno al 50 % proceden de otras nacionalidades, siendo la nacionalidad británica la que se sitúa en cabeza seguida de la alemana.

Se cuenta que los primeros moradores de Bédar, eligieron este tranquilo lugar para su asentamiento evitando así ser visto por los piratas del mar.
La unión de su bello paisaje con su tranquilidad han contribuido a que en estos últimos años Bédar sea una zona residencial muy cotizada.

Aunque era en el siglo XIX cuando Bédar vivía de la minería, en la actualidad sus principales actividades son la agricultura y el turismo, de hecho se está haciendo un esfuerzo por parte del Ayuntamiento por convertir a Bédar en “villa eco turística” ,siendo el turismo el motor de futuro del municipio, dado el valor histórico, paisajístico y medioambiental que posee, invitando al visitante a poder disfrutar de unas fantásticas rutas de senderismo, así como una visita cultural por el casco urbano.


Los días entre el 22 y el 24 de septiembre tienen lugar sus fiestas en honor de la Virgen de la Cabeza. Durante esta celebración tiene lugar las luchas entre moros y cristianos.
En el mes de mayo también se celebran las fiestas en honor de su patrón San Gregorio, conocida popularmente como “la fiesta de los roscos”


 
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